miércoles, 26 de marzo de 2014

CUENTO- El ceibo y el churrinche

Alicia y José corrían desde hacía rato por la plaza. Al fin, cansados y transpirados, se sentaron en un banco. Frente a ellos, un árbol dejaba caer sus hermosas flores rojas.

En ese momento una muchacha apareció por el sendero y se sentó junto a ellos.
- ¿Saben como se llama ese árbol? – preguntó.
Alicia y José se miraron y rieron. – Claro, se llama ceibo.
- ¿Y saben su historia? – insistió ella.
Los niños se quedaron serios. Para nada sabían que ese árbol tenía una historia.

- Antes de ser árbol – dijo la muchacha – fue un charrúa muy valiente. Se llamaba Zuanadí y estaba enamorado de una hermosa princesa que se llamaba Churrinche.
- ¿Y qué pasó? – preguntaron los niños.
- Bueno, Zuanadí se enfrentó a los conquistadores. Peleó con valentía pero cayó gravemente herido. Entonces llamó a su amada y ella trató de curarlo, pero fue en vano: Zuanadí murió.

Una ráfaga de viento agitó las ramas del árbol.
- Desde ese día – prosiguió la muchacha – el valiente charrúa vive en cada flor del ceibo, roja como su sangre. Las espinas de su tronco lo siguen defendiendo de los conquistadores. ¡Y su amada Churrinche viene siempre a visitarlo!

En ese momento un pajarito rojo revoloteó sobre sus cabezas y fue a posarse entre las flores del ceibo.
- ¡Allí está! ¡Es un churrinche! – gritaron los niños.
- ¿Han visto? – dijo la muchacha -. La princesa revive en cada pajarito y siempre, de noviembre a febrero, los dos están juntos como entonces, libres y rebeldes.



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