¡Socorro,
me pica!
Carola
tiene que resolver un problema, pero se equivoca porque le pica mucho detrás de
las orejas y se rasca tanto que no puede prestar atención.
Se afloja
un poco las colitas amarillos, porque, a veces, de tan tirantes que su mamá se
las hace, le quedan como doliendo, pero no resulta… ¡La picazón continúa!
¿Qué te
parece que le ocurre a Carola?
Se rasca,
se rasca y se rasca, pero no pasa nada; finalmente, las orejas se le ponen
rojas como dos frutillitas.
Por suerte
es la hora de salir de la escuela y su mamá la está esperando afuera.
-Mami, me
picó mucho la cabeza hoy –le dijo después de darle un beso.
-No te
preocupes, Carola, yo tengo la solución.
Llegaron a
la casa y, antes de tomar la leche, Carola se dio un baño de agua caliente, y
su mamá le lavó el pelo con un shampoo especial.
Una vez que
salió de la ducha ya se sentía más aliviada, pero su mamá igual le pasó el
peine fino.
Al día
siguiente, pudo resolver el problema sin ningún error; ya tenía la cabeza de
vuelta para pensar y no sólo para rascársela, como muchas veces su maestra les
decía en broma.
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